Tres o cuatro meses después de todo aquello, ya se me notaba la barriga y por supuesto nada de lo que tenía me servía, me refiero a la ropa. Así que me fui sola a Port Angeles para comprarme ropa pre-mamá. Entre por la puerta principal, primero, entre en una tienda llamada “NENNUCO´´ y no me gustó nada de lo que vi, luego, entre en una tienda donde solo había cosas rosas y naranjas, allí me compré un camisón de color rosa bebé. Y después fui por más tiendas, lo que sé es que cuando llega al coche estaba cargada de bolsas con ropa. Volví a Forks sin prisa alguna. Cuando llegue a la casa rápidamente subí para darme una buena y relajante ducha. Estiré los brazos y me salí de la bañera, cogí una toalla blanca que estaba colgada en la puerta y me envolví el cuerpo con ella. Abrí un cajón donde había toallas mas pequeñas, cogí una de ellas y me la puse en la cabeza para que el pelo se me secara. Ande hasta mi habitación me puse el camisón rosa y bajé a hacerme la cena.
– Que raro huele-. Comentó Esme mientras olfateaba como un perro.
– Mm… es que estoy haciendo comida-. Le contesté.
– OK, por cierto ¿ que comida estas haciendo ?-.
– Pues una tortilla francesa con patatas-. Le informaba mientras le echaba un poco de sal. Después de las preguntas que me atosigaban de Esme, eché la comida en un plato, cogí unos cubiertos y me puse a comer en el salón mientras veía un programa de juegos. Cuando terminé de cenar lavé los platos y me asomé a la ventana, la noche no era muy buena se acercaba mucha niebla y el cielo estaba oscuro como el carbón. Mientras iba a coger un libro de la biblioteca de la casa, perseguí unas manchas de sangre que desviaron mi camino y me llevaron hasta el cuarto de baño, las cortinas d ella bañera estaban cerradas y las manchas de sangre acababan ahí y no me quedó mas remedio que abrir las cortinas para ver que había detrás de ellas, en el momento exacto que abrí las cortinas una persona de la cual no pude ver su rostro se abalanzó sobre mí y empezó a atacarme me levanté como pude y cogí en vaso de cristal que servía para guardar los cepillos de dientes y se lo partí en la cabeza a ese “alguien´´, como cayó boca abajo con mis manos lo puse boca arriba y me dí cuenta de que era Julia, sin pensármelo dos veces corrí con un poco de sangre hacia abajo para avisarle a Esme y a Edward, que eran los únicos que se encontraban en casa. Fuimos los tres de nuevo hacia arriba y Edward se peleó con Julia, como si fueran dos lobos feroces. Edward le pegó un puñetazo en la cara, y ella una patada en la barriga, él un bocado en el brazo, ella le agarró de los pelos, el le mordió el cuello,…
Siguieron la pelea pero hasta poco, a Julia se salía mucha sangre por el cuello y ella no tubo oportunidad de hacerle lo mismo a Edward así que poco a poco se fue debilitando hasta morirse.
Esme se ofreció a deshacerse de su cadáver. Yo me quedé sola con Edward y entonces:
– ¡Explícame todo!-. Le gruñí
-¿ Qué te cuento ? -.
– ¡Todo! Me dijisteis hace algunas semanas mas atrás que estaba a salvo y ya ves-. Mientras se me saltaban las lágrimas.
– Se nos escapó y para que no estuvieras preocupada nos inventamos eso-. Me miró fijamente.
– ¡Aa!¡Aaa!¡Aaaa! Me duele, llevame al hospital, ¡ya!-. Le grité
– Si, si ya voy-.
Tenía miedo, pánico y vergüenza, tenía miedo de perder al bebé, pánico de pensar en lo que me harían y vergüenza de que estaba con un camisón llego de unas manchas no muy grandes de sangre.
Como no, ¿quién me atendió? Difícil de saber, siempre que iba a aquel lugar me atendía el Doctor Cullen, no es que me cayera mal, no, es que me aburría un poco de ver al mismo doctor. Tenía un dolor inmenso por la zona del estómago y no podía pensar en otra cosa que en el bebé. Me tiraron en la camilla y lo único más que recuerdo fue que me pinchó con un aguja que contenía anestesia y mientras me quedaba dormida me noté como comencé a expulsar sangre por la vagina y ahí me quede atontada y luego a la faceta final me quedé completamente dormida.